viernes, 13 de enero de 2012

Agosto

Beverly, un anciano alcoholizado que una vez fue prometedor poeta, desaparece de la destartalada casa en que consume sus días junto a su esposa Violet, enferma de cáncer y de rabia por tantas mentiras y rencores como ha acumulado en su vida. El suceso convoca en la casa familiar a la hermana de Violet, Mattie Fae, y su marido, Charlie, otro matrimonio en la etapa donde ya sólo quedan achaques, rencores y secretos. Son la generación del esfuerzo que consiguió el paraiso consumista para la siguiente. Y la desaparición convoca también a las tres hijas de Beverly y Violet, adultas con su propia vida a cuestas. Vienen con los restos de sus respectivos naufragios. La más 'funcional' es la mayor (una suposición, porque no se dice): Bárbara arrastra un marido, Bill, que le es infiel con una alumna, y una hija adolescente que la desprecia; luego están Karen, que simula un romance tardío con un tres veces divorciado petimetre, e Ivy la divorciada, que encuentra una oportunidad con el acomplejado Charles 'Junior' -el hijo de Mattie Fae y Charlie, y por tanto su primo.

Diez miembros de la misma familia reunidos por vez primera ante la repentina ausencia del patriarca. Y un testigo ajeno, la joven india cheyene que el mismo ha contratado antes de partir con rumbo desconocido. Ya no contaremos más. Estalla la tormenta dialéctica y no se detendrá hasta el final. Se sucederán los lances y las sorpresas, habrá giros insospechados, descubrimientos penosos. Desatadas las pasiones es difícil volver a la contención. Al frente del ajuste de cuentas, la matriarca que al fin dice lo que piensa de la forma más dañina posible. Frente a ella, la hija Bárbara, la que más se le parece.

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